La batalla de Maratón se produjo el 12 de Septiembre del año 490 a.C. en las playas de la bahía de Maratón. Los persas habían desembarcado en esta bahía por consejo del viejo ex tirano Hipias (ver la entrada La Primera Guerra Medica y la Revuelta Jonia) al mando de Datis que contaba con una flota de 600 barcos entre trirremes y embarcaciones especiales para sus tropas. En cuanto a su ejército de a pie contaría según los investigadores modernos con alrededor de unos 26000 soldados y un número indeterminado de jinetes. La intención persa era el de atacar desde esa llanura a Atenas que se encontraba solo a unos 42 Kilómetros. Los atenienses en cuanto se enteraron de que los persas estaban desembarcando decidieron salirles al encuentro. El motivo de esta decisión podría ser que los atenienses no confiaban en la protección de sus murallas y que además en la ciudad no caberian toda la población del Ática y la propia gente de la ciudad ante un ataque persa. Así pues los atenienses se dirigieron con unos 10000 hoplitas hacía Maratón, por el camino se les unieron unos 1000 plateos dispuestos a lo que fuera para no caer en manos del invasor persa. Mientras en la ciudad se decidió mandar un mensajero a Esparta para pedirles que cumplieran su promesa de ayuda si en caso de que los persas atacaran Atenas. Pero el mensajero que recorrió el trayecto a pie desde Atenas a Esparta se encontró con la negativa de los espartanos de encaminarse de inmediato a Maratón. Los espartanos alegaban que tenían que esperar hasta la próxima Luna llena, para terminar las fiestas sagradas a los dioses. El mensajero no tuvo más remedio que como dice el refranero español, volver a Atenas con el rabo detrás de las piernas y con la negativa de momento de los espartanos de acudir en auxilio de Atenas. Los atenienses se situaron a la entrada de maratón, en el valle de Vrana y situaron allí el campamento. Desde allí divisaron la numerosa flota persa y como un buen numero de los persas ya estaban en las playas. Los atenienses no atacaron ese día ni los posteriores, ya que temían varias cosas. Una de ellas era que al salir a campo abierto podían ser rodeados por la caballería persa, siendo atacados por los extremos y superarlos por la retaguardia, sin contar del poder destructivo de los arqueros persas (todo guerrero persa portaba una lanza, escudo, una lanza y un arco con un carcaj lleno de flechas. Esta última arma era la que realmente temían los griegos, ya que los persas no tenían nada que envidiar a los afamados arqueros Ingleses de la Guerra de los Cien años que hicieron tantos estragos entre los franceses). Además los atenienses tenían un suministro continuado de suministros y víveres, mientras que los persas tenían las provisiones que habían traído de sus embarcaciones. La situación se estanco, sin que persas ni atenienses decidieran a atacar, hasta que llego el 12 de Septiembre, fecha en la que los atenieses se decidieron a atacar por fin (algunos sitúan este hecho el 12 de Agosto). ¿Pero que motivo este cambio, que sucedió para que los atenienses pasado más de una semana se decidieran a atacar? La solución es que durante la noche Datis, el comandante persa decidio embarcar a su caballería y a parte de sus soldados y dirijirse con parte de la flota hacía Atenas para así sorprenderla, mientras que los hoplitas atenienses se quedaban clavados en Maraton y sin idea de lo que pasaba en su ciudad. Pero claro, ese era el plan persa sobre el tapete, pero Datis no contaba con un detalle y es que si bien los atenienses desde la posición que dominaban no podían ver el embarque persa, contaban con un arma secreta: 2 desertores al parecer de origen Dorio que por la noche llegaron al campamento griego y soltaron por la lengua el plan persa. El general Calimaco ordeno el ataque griego por la mañana, mientras que Miltiades ordeno al ejercito en formación de combate. Llego la mañana del 12 de septiembre y los primeros rayos del sol mañanero brillaban en los hoplones de los hoplitas (hoplon es el nombre de los escudos griegos) que estaban divididos es tres cuerpos, uno formaba en el ala derecha y otro en la izquierda, los dos flancos estaban compuestos como era habitualmente por 8 filas, como era habitual en la formación hoplitica. La tercera formación estaba dispuesta en el centro con tan solo 4 filas, lo que la hacía a los ojos más débil. Los generales griegos arengaron a sus hombres y un terrible grito de guerra de miles de gargantas atenienses emergió en aquella mañana, algo así como Eleleu, Eleleu. El centro ateniense empezó a avanzar adelantándose ligeramente a los flancos, mientras que estos se quedaban algo más rezagados. Al ser un ejército ciudadano, donde en teoría todos por igual eran iguales, los generales y los estrategos (encargados supremos de las expediciones guerreras) se situaron al frente de las formaciones, con Miltiades a la cabeza del centro de la formación. Los persas al darse cuenta de la avalancha que se les venía encima empezaron a llenar sus carcajes de flechas y a tensar los arcos. Rápidamente miles de persas se parapetaron detrás de sus escudos, formando así una barrare protectora para los arqueros. Mientras los atenienses seguían avanzando y cuando estuvieron a algo más de 500 metros (según Herodoto la distancia era de kilometro y medio) rompieron a correr dirigiendo sus escudos y sus mortíferas lanzas hacia el centro persa. Los persas empezaron a disparar oleadas de flechas, pero ante la rapidez de los atenienses no pudieron cebarse contra ellos, lo que provoco muy pocas bajas, cosa que habían previsto los griegos al ponerse a correr. Y entonces cientos de atenienses chocaron con una fuerza brutal contra los persas, los cuales empezaron a romperse su formación y siendo perforados por las lanzas ateniense. Pero ante aquel inicial éxito ateniense los persas retomaron la forma de su formación y empezando a hacer retroceder a algunos griegos. Mientras las alas ateniense seguían distanciadas y apenas habían entrado en combate, em el centro lo que había empezado a ser un retroceso por parte de algunos soldados atenienses empezó a ser una retirada generalizada. Los persas empezaron a avanzar hacia los atenienses, parecía que el exito estaba cuajando por parte de los persas. Pero entonces los flancos griegos empezaron a atacar y ante aquel brutal ataque, los persas empezaron a retroceder dejando el centro persa al descubierto por las alas. Los hoplitas de las alas empezaron a caer sobre los persas que tuvieron que retroceder y muchos empezaron a correr hacia la seguridad que les ofrecía sus naves. Pero algunos persas decidieron aun plantar cara a los atenienses, pero nada podían hacer grupos dispersos contra aquella formación de escudos que no ofrecían hueco alguno y con aquellas mortíferas puntas de hierro de las lanzas. Datis al ver todo aquello decidió que no todo estaba perdido y que lo mejor que podía hacer era embarcar a todo el ejército y unirse a los barcos que habían partido en la noche para atacar Atenas, ahora que podía, antes de producirse un desastre. Y así los persas se encaminaron a Atenas abandonando Maratón. Atrás dejaban cientos de cadáveres de sus compañeros, 7 barcos en poder de los griegos y unidades de infantería abandonadas a su suerte. Miltiades advirtió las ideas de Datis y no se entretuvo mucho con los soldados persas abandonados ni a rapiñar entre los cadáveres persas. Dejo unos cuantos soldados en el campo de batalla y se dirigió con el resto hacía Atenas para llegar antes que los Persas. Según cuenta la leyenda los ateniense mandaron a un mensajero llamado Phaedipas para anunciar la victoria ateniense y al llegar este y comunicárselo a sus compatriotas callo desfallecido y murió por el esfuerzo de la batalla, sus heridas y por la carrera que se había hachado entre pecho y espalda. Pero como digo es que este hecho es más un mito y un adorno dramático que algo real. Los atenienses llegaron antes que los persas (aunque parezca mentira fue así, maratón por tierra hace una línea recta hacia Atenas, mientras que por costa se tiene que dar varios más rodeos) y cuando estos llegaron se encontraron con los atenienses y decidieron volver a su tierra. Los atenienses habían ganado, consiguiendo una espectacular victoria, según, Herodoto los persas tuvieron 6400 bajas, algo que me parece exagerado y unos 192 ateniense muertos. Por la mañana los esperados espartanos llegaron, tarde, pero llegaron para dar la enhorabuena a sus aliados atenienses por la victoria que habían conseguido frente a los persas.
domingo, 23 de mayo de 2010
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
pero que buen articuloo¡¡¡ muchas gracias¡¡¡
ResponderEliminar