Tanto la población ateniense como su ejército
y toda su flota estaban reunidos en Salamina. Esta isla tiene una superficie de
aproximadamente 96 kilómetros cuadrados y tenía el honor según los mitos
griegos de ser el hogar de Ayax uno de los legendarios héroes de la no menos
legendaria guerra de Troya. Esta isla alojaba ahora a la mayoría de la
población de Atenas, su flota y su ejército. Atrás habían dejado una devastada
Atenas presa de la furia de Jerjes y no tenían posibilidad alguna de regresar a
los derruidos muros de Atenas. Pero sabían que había sido necesaria la evacuación
de la polis y confiaban en un hombre: Temistocles. El ateniense Temistocles era
partidario de una confrontación por mar dónde pensaba que tenían muchas más
posibilidades para vencer a los persas.
Pero la estrategia que proponía el
ateniense no era aceptada por todos los griegos, pues además de los atenienses
en Salamina el resto de los contingentes griegos se encontraban ahí, incluidos
los espartanos con una pequeñísima representación. Los espartanos ya habían
terminado sus festejos religiosos y ya podían dedicar todos sus esfuerzos y
efectivos a la lucha contra el invasor persa. Ellos eran partidarios de una
confrontación terrestre (no hay que olvidar que en aquella época era el mejor
ejercito de Grecia) y aunque las Termopilas habían caído en manos de los persas
en menos de una semana querían repetir la acción llevada por su rey
Leonidas. Para eso decidieron que el mejor lugar era el istmo de Corintio y
construyeron un muro que iba de una punta a otra.
Pero Jerjes apareció con su flota (700 barcos) y se
posiciono en la bahía de Phaleron, al este de Salamina. Los griegos contaban
con unos 300 barcos (los atenienses fueron la polis que mayor cantidad de naves
aporto).
La duda entre la
coalición griega era palpable. Los espartanos habían sido convencidos para que
dejaran su idea de hacer una segunda Termopilas a gran escala pero a cambio del
gran honor de comandar a la flota griega (gran honor e inmerecido ya que el prestigio
naval espartano era nulo y su fuerza naval no llegaba ni a la veintena de
naves, pero se necesitaba de todos los barcos y los hombres posibles para hacer
frente al gigante persa).
La estrategia
espartana consistió en que un buen día se decidía que era mejor que la flota
partiera de Salamina para enfrentarse a los persas en mar abierto y a las pocas
horas se daba la contraorden de que era muchísimo mejor quedarse en Salamina.
Así durante unos días.
Los persas vigilaban
que los griegos no trataran de escapar ya que querían un enfrentamiento directo
que a simple vista les favorecería a ellos. Y los griegos trataban de encontrar
una ruta de escape segura ya que las expectativas de que un choque frontal les
favoreciera no parecía ser muy alentadoras.
Jerjes envió barcos
egipcios al oeste de Salamina para cortar la previsible ruta de escape de los
griegos. Envió otro grupo para controlar la parte sur de la isla, mientras que
el grueso de la flota persa se introdujo en el estrecho que separaba Salamina del
continente, dirigiéndose directamente contra la posición griega.
Una pequeña fuerza de
infantería persa ocupo la pequeña isla de Psyttaleia en previsión de que
algunos barcos quedaran allí varados tras la batalla que se aproximaba.
Los persas esperaban
sacar a los griegos del estrecho canal que ocupaban, para obligarlos a combatir
en aguas abiertas, donde su superioridad en número haría la diferencia.
Varios navíos de la
polis de Tenos llevaron la noticia de los movimientos persas a la coalición
griega. de un barco de la polis de Tenos. Los griegos se dieron cuenta de que estaban
rodeados, que ya no tenían ninguna ruta de escape posible. Tenían únicamente la
posibilidad de luchar o bien contra los barcos egipcios que les bloqueaban por
el oeste para intentar retirarse desesperadamente o arremeter contra el grueso
de la flota del imperio persa. Fuera cual fuera la decisión esta implicaba
entrar en combate.
Y en este momento de
dudas e indecisiones entra Temistocles que hasta el momento había visto como
los griegos habían sido controlados por el caos, las circunstancias y la decisión.
El ateniense amenazo al resto de aliados griegos con abandonar la coalición y
rendirse a los persas e intentar luego unirse al ejercito enemigo si la coalición no atacaba a la de ya. ¿Era un farol del ateniense? ¿Qué pasaría si los atenienses que
era el grueso de la flota griega abandonaban a sus aliados? Todas estas preguntas sobrevolaron al resto de aliados cual una nube de cuervos sobre un amasijo de cadáveres.
Ante esto los griegos no tuvieron otra que combatir. Al día siguiente el mando espartano ordeno preparar todas las naves para la inminente batalla.
Temistocles se había
salido con la suya, pues esa era su intención: hacer que los griegos no tuvieran
otra que combatir en el mar, donde los atenienses confiaban vencer a la enorme flota de Jerjes, pero tenía que ser en Salamina, solo en Salamina. Luego se verá porque.
Jerjes instalo su
puesto de observación en el continente, justo enfrente de la ciudad de Salamina,
con una buena vista de la isla de Psyttaleia, esperando disfrutar de la
previsible victoria de su armada imperial.
Antes de relatar lo sucedido en la batalla vamos a ver la disposición tanto del contingente persa como de la coalición griega.
La disposición persa
era la siguiente: las naciones con más prestigio y tradición naval del imperio
ocuparían la cabecera de las fuerzas persas que se alineaban en varias filas de
profundidad. Estos eran por un lado los fenicios que se dispusieron a la
derecha muy cerca del continente y por la izquierda los jonios muy cerquita de
la isla el resto de contingentes se pusieron detrás. Tenía que ser un magnifico
espectáculo para Jerjes ver la inmensidad de su flota con el gran colorido de
las velas de los navíos, los símbolos de los distintos territorios rendidos
ante su imperio. Estaría en éxtasis, esperando que avanzaran. Y empezaron a avanzar.
Según avanzaban por el estrecho canal, los barcos se vieron obligados a
acercarse unos a otros, lo que provoco un tremendo caos y la pérdida completa
de la formación de ataque. Se metieron en un cuello de botella. La fuerte marea
de la zona hizo aun más difícil para la armada persa el mantener la cohesión de
sus líneas.
Los barcos griegos
tenían en su vanguardia a las pocas naves espartanas (por
eso de que eran ellos los que sostenían el mando honorifico de la armada
aliada) y el resto la componían los atenienses y más atrás el resto de la flota
griega.
Los barcos griegos
cargaron contra los primeros barcos persas. Los comandantes de estos primeros
barcos (persas) optaron por dar la vuelta y retirarse, chocando con los
restantes barcos que les seguían. Esto causo una confusión aun mayor entre las
naves persas. Imaginaros el caos de docenas de barcos chocando entre ellos,
mientras la vanguardia griega se dirige a ellos chocaron a su vez con ellos destrozándoles
con los espolones. Unos instantes antes los arqueros les estaría disparando al
enemigo y cuando hubieran chocado contra la embarcación enemiga y los hoplitas
griegos abordaban la nave los arqueros les estaría cubriéndoles en su avance. A
las pocas horas la vanguardia persa intentaba huir mientras la retaguardia
avanzaba para mantener el combate, pero una vez más chocaban unas naves contra
otras. La superioridad numérica no solo les servía para nada sino que encima se
volvía en su contra. Jerjes estaría desde su trono sin entender muy bien lo que
sucedería y su séquito le estaría diciendo patrañas para hacer creer al monarca
que todo iba bien, para evitar la ira de Jerjes.
Un grupo de hoplitas
griegos, al mando de Aristeides, un general ateniense, embarcó en unos pequeños
botes y ataco al contingente de infantería persa que se encontraba en la isla
de Psyttaleia.Justo delante de la vista de Jerjes, los hoplitas masacraron a
los persas, incluido un sobrino del propio Jerjes. A lo largo de toda la costa
de Salamina, náufragos persas fueron localizados y rápidamente eliminados por
los hoplitas y los mismos ciudadanos de la isla.
Al final del día, la
flota persa se retiro en confusión a la bahía de Phaleron, después de perder
más de 200 naves y sus tripulaciones en la batalla y haber fracasado en su
intento de expulsar a los griegos de la isla de Salamina.
Los griegos perdieron
"solo" 40 barcos. La inesperada victoria fue interpretada por
los griegos como un acto de infinito poder de sus dioses; apariciones divinas
durante el combate, un rayo de potentísima luz procedente del santuario de
Deméter en Eleusis y el sonido de coros cantando ancones épicas sagradas. Un
gran triunfo para los griegos.
Jerjes se retiro con
su flota sobreviviente a los puertos del Asia menor, pero aun no había
desistido de ocupar Grecia. Dejo su ejército de tierra al mando de su primo el príncipe
Mardonio, que se dirigió a Macedonia y Tesalia para pasar el invierno y
aprovisionarse adecuadamente, antes de volver al ataque. Al año siguiente
persas y griegos volvieron a enfrentarse esta vez en Platea dónde fueron
comandados los aliados griegos por el espartano Pausanias. Pero esa es otra
historia que contare en otra entrada. Continuara…